Sadhguru: Ibrahim fue un gran santo sufí que una vez había sido rey. Una vez, Ibrahim iba de viaje para La Meca con una caravana de camellos y un gran séquito de sirvientes. Iba viajando con el mayor lujo, al grado máximo que era posible en un campamento en el desierto. Tenía las tiendas más lujosas, instaladas con clavijas de oro. Todo lo que podía ser trenzado en oro estaba trenzado en oro, y llevaba ropa que era de la clase más lujosa. 

Otro sufí, un derviche errante, pasaba por ahí y, al mirar todo el lujo, pensó: «Esta no puede ser una persona espiritual». Cuando tuvo la oportunidad de conocer a Ibrahim, le reprendió: «¿Qué clase de sufí eres? ¡Todavía te aferras a tu riqueza material, tus clavijas de oro!». Ibrahim simplemente asintió y le pidió que descansara un rato. 

 

Entonces, en la noche, cuando se reunieron de nuevo, Ibrahim le dijo: «Mañana, temprano por la mañana, caminemos a la Meca, nosotros dos». El hombre dijo: «Está bien, ahí es hacia donde yo también me dirijo».

Se despertaron temprano en la mañana y se fueron juntos. Después de caminar unas horas por el desierto, de repente, el otro hombre recordó que había dejado su cuenco de limosna en el lugar donde había dormido. Le dijo a Ibrahim: «He olvidado mi cuenco de limosna. Espera y vuelvo a buscarlo». Empezó a caminar de regreso.

Ibrahim miró al hombre y le replicó: «He dejado toda esa riqueza material, los camellos, las clavijas de oro de la tienda y todo lo demás, y estoy caminando sin mirar atrás. Pero tú, ¿quieres volver por un cuenco de limosna? Quiero que sepas: las clavijas de oro solo perforaban la arena, no mi corazón. Que sean de acero o de oro, no hace ninguna diferencia para mí, así que las hice de oro. Pero, ¿tú? No puedes dejar tu cuenco de limosna y marcharte. Caminas hacia la Meca, que se supone que es lo más sagrado de lo más sagrado, pero te devuelves por un cuenco de limosna. Yo ni siquiera llevo conmigo un cuenco para mendigar». E Ibrahim siguió caminando.

Lo que tienes o no tienes, cómo comes, te vistes o vives no debe determinar lo que eres dentro de ti mismo. Externamente, puedes vivir del modo que quieras. Pero, cómo te mantienes por dentro es más importante. De lo contrario, puedes conseguirlo todo y todavía no tener nada.

Desde los tiempos del hombre de las cavernas, la gente ha estado acumulando cosas. Cuando eras niño, acumulabas pedazos brillantes de piedra. Nada ha cambiado desde entonces. Es solo que las piedras se han vuelto más caras ahora. De niño, podías solo recogerlas en la playa. Ahora, tienes que ir y comprarlas a un costo enorme. Pero nada ha cambiado. Todavía quieres acumular. 

La vida no está en las cosas que acumulas.

Lo que acumulas —relaciones, familia, propiedad, riqueza, conocimiento, ideas y todo lo demás que mantienes– son todos accesorios para agregar decoración a la vida. La gente acumula tantos accesorios —y quedan tan atrapados, apegados e identificados con estos accesorios—, que nunca experimentan la vida que son.

La vida no está en las cosas que acumulas. Al acumular, estás tratando de llegar a ser una vida plena, estás tratando de alcanzar la plenitud adquiriendo cosas. Quieres asegurarte, de alguna manera, de que tu vida no esté vacía. Pero, todas las cosas hermosas te han sucedido solo en momentos de vacío. Es solo en los momentos de vacío que has conocido el amor, la alegría y la paz. Pero, lógicamente, mentalmente, piensas que el vacío es lo único que no quieres.

La mayoría de las veces, yo no tengo un solo pensamiento en mi mente. Estoy vacío. Aparte de lo que se requiere para la actividad que emprendo, apenas hablo. Tengo la mente tan vacía que tanto el pensamiento como el discurso ocurren con un poco de esfuerzo. Si simplemente me siento, no tengo ni pensamiento ni palabras que decir. Estoy totalmente en blanco.

Si te quedas totalmente en blanco, verás que toda la existencia encajará en ti. Si estás lleno de ideas, aquí y allá tus ideas pueden encajar con la existencia. Pero, si no hay nada en ti que puedas decir que es tuyo, si eres solo un espacio vacío, entonces toda la existencia encaja perfectamente en ti.

Si te vuelves absolutamente, totalmente vacío, no hay acumulación solo por acumular. Lo que tienes, lo disfrutas a fondo. Si no está allí, disfrutas de su ausencia.

Nota del editor: Practica Shambhavi Mudra, un proceso sencillo de Upa Yoga que mejora tu percepción y te permite explorar el silencio de tu interior.