Sin «yo», sin «auto-estima»
Sadhguru explica cómo, desde la perspectiva de un místico, la autoestima no es un objetivo ¡sino un obstáculo!
¿Deberías realmente esforzarte por tener autoestima? Sadhguru explica que un devoto en el camino espiritual no busca volverse especial, sino extra-ordinario.
Sadhguru: «Autoestima» es una expresión muy en boga hoy en día. Si bien puede promover una medida de bienestar psicológico, es desafortunado que incluso maestros espirituales respalden el concepto plenamente. Desde una perspectiva existencial, tanto el «yo» como la «estima» son un problema. Ambos son limitados, frágiles e inseguros. Desde el punto de vista de un místico, si no tienes estima, está muy bien. Si no tienes un «yo», ¡fabuloso!
Para cualquiera en un auténtico viaje espiritual, el objetivo no es volverse especial. En cambio, el devoto busca volverse ordinario, extra-ordinario, de hecho. Y aún así, la devoción le ofrece a los buscadores la experiencia más dulce de la vida. La devoción no es una disección de la vida, es un acogimiento total. No hay ni un ápice de cordura involucrada, ni forma alguna de recuperarse de ella.
La devoción significa que has disuelto toda resistencia en tu interior para que lo divino pueda suceder tan fácilmente como tu respiración. Cuando lo divino se vuelve una fuerza viviente dentro de ti en cada momento de tu vida, es una experiencia de éxtasis indescriptible. Los devotos podrán parecerle locos a los demás, pero ¡se la pasan mejor que nadie en el planeta! Por eso suelo decir que la devoción es la forma más profunda de inteligencia.
Hay una historia muy hermosa en la tradición yóguica. Allama Prabhu fue un gran sabio y una figura clave en el movimiento Veerashaiva de Karnataka en el siglo XII. Fue guía espiritual de una notable comunidad de místicos en esta época vibrante de la historia espiritual. Un ser sutil y profundo, fue autor de miles de coplas de intensidad excepcional y profunda perspicacia mística.
Un día, otro gran santo místico y devoto de Shiva llamado Goraksha se encontró con Allama. Goraksha era un yogui en el camino de kayakalpa. Literalmente, «kaya» significa ‘cuerpo’ y «kalpa» significa ‘rejuvenecimiento’. Esta es la antigua ciencia yóguica de crear no solo salud, vitalidad y longevidad, sino de elevar totalmente el cuerpo a otra dimensión de consciencia. El virtuosismo yóguico de Goraksha, hizo su cuerpo tan duro y estable como una roca.
Hay ciertas prácticas yóguicas que implican la purificación y el dominio de los cinco elementos en el sistema humano. Con una sadhana avanzada, uno puede alcanzar bhuta siddhi: el dominio completo sobre los elementos. Estos practicantes pueden vivir mucho más allá de la duración normal de la vida humana. Esto explica las innumerables historias en la tradición yóguica de adeptos que han vivido miles de años.
En este tiempo, se creía que Goraksha tenía ya unos 280 años de edad. Enseguida desafió a Allama: «Te consideran un gran yogui y devoto de Shiva. Veamos de lo que eres capaz». Goraksha sacó una espada con punta de diamante, se la entregó a Allama y le dijo: «Toma esta espada y golpéame en la cabeza. Mira lo que pasa».
A Allama le hizo gracia. Con ambas manos y con todas sus fuerzas, estrelló la espada contra la cabeza de Goraksha. Goraksha se quedó allí como una roca, completamente invulnerable. La espada solo rebotó en su cabeza.
Entonces Goraksha dijo: «Ahora que has usado esta espada contra mí, también tengo permitido usarla contra ti».
Allama estuvo de acuerdo. Goraksha recogió la espada y atacó ferozmente a Allama. Para su asombro, la espada pasó a través del cuerpo de Allama. Allama siguió allí de pie, intacto. Si el yoga de Goraksha hizo su cuerpo como una roca, el yoga de Allama hizo su cuerpo como el aire.
Goraksha continuó blandiendo su espada de un lado a otro, pero pasaba a través de Allama una y otra vez. Entonces Goraksha tuvo la humildad de reconocer la derrota. «Conozco el yoga de la fuerza», dijo el veterano yogui. «Pero no conozco el yoga de la disolución». Y se convirtió en discípulo de Allama.
Esta historia apócrifa ilustra un punto vital. Para un devoto, la vulnerabilidad es una fortaleza, no una debilidad. Como un devoto de «Shi-va» —literalmente ‘aquello que no es’ o ‘que es nada’—, Allama se disolvió en el objeto de su devoción. Su disposición a acoger aquello ‘que es nada’ lo hizo, de hecho, invencible; su disposición a volverse vulnerable lo hizo invulnerable. Al disolver tanto el «yo» como la «estima», Allama se volvió libre de todas las limitaciones. Este es el poder que acompaña a una impotencia elegida.
Nota del editor
Escucha en este video una interesante respuesta de Sadhguru a una pregunta sobre si él tiene un complejo de superioridad debido a la reverencia que recibe en todas partes.