Cuando Alejandro persiguió la inmortalidad
Sadhguru nos cuenta una historia sobre Alejandro y cómo persiguió la inmortalidad, para recordarnos el factor más fundamental en nuestra vida: la muerte.

Sadhguru nos cuenta una historia sobre Alejandro y cómo persiguió la inmortalidad, para recordarnos el factor más fundamental en nuestra vida: la muerte.
Sadhguru: El miedo a la muerte siempre hizo que la gente hiciera cosas locas. Durante siglos, cada vez que la gente se volvía rica, toda la gente poderosa, los grandes emperadores, siempre buscaban la inmortalidad. Las momias en Egipto son un ejemplo de ello. Cuando las personas se volvían ricas, cuando sentían que lo tenían todo pero que la vida aún no les había sucedido —esta es la experiencia de los ricos—, naturalmente buscaban la inmortalidad. Cada rey, cada persona poderosa en el planeta siempre buscó ser inmortal de alguna manera. Pero esa sería la peor maldición para cualquiera. Si realmente quieres maldecir a alguien, no le desees la muerte, deséale vida eterna. Solo imagínate, después de diez mil años, todavía caminando por el mismo planeta, todavía tratando de hacer las mismas cosas estúpidas, ¿cómo sería? ¡Es una maldición!Hay una historia sobre Alejandro Magno. No sé por qué le llaman «Magno». ¿Qué es lo magno de este hombre? Desde los dieciséis años hasta los treinta y dos, cuando murió, durante dieciséis años sin parar, el hombre peleó, matando a miles de personas, personas a las que nunca conoció. Él simplemente iba a un nuevo país, mataba a la gente y decía: «He conquistado». ¿Qué hizo que tenga alguna consecuencia o sea de algún beneficio para algún otro ser humano? ¿Qué hizo que tenga alguna consecuencia o sea de algún beneficio para sí mismo? Vivió una vida absolutamente idiota y murió como un hombre miserable. Le llaman «Alejandro Magno», pero olvidaron su apellido: debería ser «Alejandro el Magno Idiota».
Alejandro y el yogui
Alejandro, además de buscar muchas otras cosas idiotas en su vida, también buscó la inmortalidad, porque quería conquistar el mundo entero con su poder. De la forma más brutal había conquistado la mitad del mundo conocido hasta entonces y estaba desesperado porque ahora veía que necesitaba mucho más tiempo para cumplir su proyecto. Entonces quiso volverse inmortal. En busca de la inmortalidad, naturalmente se dirigió hacia la India porque habían llegado tantas historias a Grecia y había oído mucho sobre los yoguis indios. La gente le había dicho que muchos de estos yoguis eran inmortales, por lo que estaba ansioso por conocer a uno.
Envió un equipo de soldados por delante del resto del ejército y les dijo: «Consíganme un yogui». Después de una búsqueda, encontraron a un yogui sentado en meditación. Los soldados dijeron: «Ven con nosotros. Nuestro emperador te busca». El yogui respondió: «No voy a ninguna parte. Si tu emperador quiere, que venga aquí. Él es muy bienvenido, pero yo no voy a ningún lado». Al oír esto, sacaron sus espadas y dijeron: «O vienes con nosotros o te cortamos la cabeza y se la llevamos». El yogui se rió y dijo: «De acuerdo, lleven mi cabeza. ¿Qué hará él con mi cabeza? Que se la lleve. De todos modos, he llegado a un punto en mi vida en el que terminé con todo lo que tenía que hacer. Solo estoy esperando para irme. Ustedes han venido a ayudarme».
Los soldados nunca habían visto nada como esto. Estos soldados eran gente mortal. No era nada para ellos tomar una vida. En el momento en el que sacaban sus espadas todos temblaban. Pero este hombre dice: «De acuerdo. Llévenla». Ellos no supieron qué hacer. Volvieron con Alejandro y le dijeron: «Conocimos a un yogui». «¿Dónde está, dónde está?». «No está dispuesto a venir». «¿Por qué no lo arrastraron y lo trajeron?». «No, él no es de esa clase. Él ni siquiera tiene miedo. Lo amenazamos con cortarle la cabeza, pero dijo: "Llévensela"».
Alejandro pensó: «Si él dijo: "Llévense mi cabeza, no me molesta", debe ser inmortal. Quiero conocerlo». Alejandro fue y le preguntó al yogui: «Oh, yogui, ¿eres inmortal?». El yogui dijo: «Sí, no solo soy inmortal, soy omnipresente. He cruzado las limitaciones de lo físico. Soy todo y nada». Alejandro preguntó: «¿Puedes enseñarme la inmortalidad? Te daré cualquier cosa que quieras». Alejandro pidió a sus soldados que trajeran enormes cofres con todas las joyas, perlas, diamantes y oro saqueado. Los abrió y dijo: «El tesoro del mundo está aquí». El yogui se rió y dijo: «Has estado recogiendo cosas de la tierra. Todas estas gemas y piedras y oro son solo tierra. De alguna manera le adjudicaste demasiado valor. No le diste valor al barro sobre el que caminas, el cual te alimenta cada día. Esta piedra y este metal no sirven para nada. No puedes comerlo, no puedes hacer nada con ello, pero lo llevas como un tesoro. Esto es basura que recogiste de la tierra. ¿Por qué buscas la inmortalidad? Esto no es para ti». Alejandro respondió: «¡O me enseñas la inmortalidad ahora o te cortaremos la cabeza!».
El yogui miró al hombre muy divertido y dijo: «De acuerdo, ya que tanto quieres saberlo. Hay un bosque particular aquí». Le dio a Alejandro las instrucciones sobre cómo llegar allí. El yogui le dijo: «Si vas a este lugar, encontrarás una pequeña cueva. Entra en la cueva. Habrá una pequeño estanque de agua. Toma un puñado de agua y bébelo. Te volverás inmortal».
Alejandro organizó una expedición. Con un grupo de sus soldados más valientes, se internó en el bosque. Como el yogui le había indicado ciertos puntos de referencia, fue y encontró la cueva. Entró en la cueva y estaba a punto de meter las manos en el agua y beber. Había un cuervo sentado al otro lado del estanque. El cuervo dijo: «¡Espera! ¡Alto!». Alejandro miró sorprendido. ¡Un cuervo hablando en griego!
El cuervo dijo: «Hace mucho, mucho tiempo cometí el error de beber de este estanque, y he estado sentado aquí durante no sé cuánto tiempo. Mi problema es que no puedo morir. Terminé con la vida en todos los sentidos, pero no puedo morir». ¿Te imaginas la situación? «Y me sentaré aquí para siempre. ¿Tú quieres hacer esto?». Alejandro tenía sus manos en el agua. Estaba a punto de beber. Toda su vida quiso volverse inmortal. Ahora bien, este cuervo hizo tal cuestionamiento que de repente su vida adquirió una perspectiva diferente. Conquistar el mundo es un gran objetivo para los próximos cincuenta años aproximadamente. Pero después de cinco millones de años de estar sentado aquí, ¿qué significaría? Y aún así no puedes morir.
Alejandro se quedó allí parado, temblando. El sentido común entró en él. Lentamente caminó de regreso y nunca bebió del estanque. De lo contrario, tendríamos que sufrir a Alejandro incluso hoy en día. ¿No estamos contentos de que todos los muertos estén muertos? Quizás pienses: «No, ¡pero mi padre era un hombre tan maravilloso!». Si vive demasiado tiempo, se volverá insufrible. Debería vivir el curso normal de su vida e irse. Solo entonces es bueno.
Vida y muerte en una sola respiración
La mayor calamidad de la mente humana es que está en contra de la muerte, porque en el momento en que rechazas la muerte, también rechazas la vida. Cada momento que vivimos aquí, podemos referirnos a este proceso que estás atravesando como vida, o podemos referirnos a él como muerte. La muerte no es algo que te va a suceder. La muerte no está en el futuro. En el momento en que naces, ocurre la mitad de la muerte. Tu inhalación es vida, tu exhalación es muerte. Cuando un niño nace, lo primero que hace es tomar una bocanada de aire, una inhalación. Y si miras a tu vida, lo último que harás será una exhalación.
Entre la vida y la muerte, la vida necesita cierta tensión, de lo contrario no podrás mantenerla en marcha. La muerte es relajación absoluta. Ahora mismo, puedes experimentar y ver: si haces una gran exhalación y una gran inhalación y observas cómo está tu cuerpo y tu mente, encontrarás que la exhalación es más relajante. De hecho, cada vez que estás tenso, cuando las cosas se acumulan demasiado en ti, el mecanismo natural del cuerpo quiere exhalar. Esto es lo que llamamos un suspiro. Te relaja un poco. Si en el proceso mismo de la vida conoces la relajación de la muerte, entonces la vida será un proceso absolutamente sin esfuerzo.
Así habría sido naturalmente si las mentes de los seres humanos no hubieran desterrado a la muerte como un mal. Si las tradiciones y las culturas no te hubieran enseñado que la muerte es maligna y que hay que evitarla, respirarías de una manera completamente diferente. Si observas, casi el 99% de las personas, debido a que sus mentes han rechazado a la muerte, inhalan, pero la exhalación no sucede totalmente. Esta es una de las razones por las que, tras un periodo de tiempo, acumulas tanta tensión dentro del sistema que, mental y fisiológicamente, se llega a un punto de ruptura.
Un recordatorio de tu mortalidad
Hoy en día, la gente tarda toda una vida en comprender que es mortal. Cuando eres joven crees que eres inmortal. A medida que el cuerpo comienza a crujir un poco, empiezas a darte cuenta de que la tierra te llama. Este cuerpo es un préstamo de este planeta. El cuerpo que eres es solo la comida que has comido. La comida que comiste es solo tierra. Así que, eres solo un pedazo de tierra. La tierra te llama todo el tiempo pero cuando envejeces la escuchas muy claramente.
Necesitas celebrar y disfrutar cada momento de tu vida porque la maldita cosa se está yendo, no te espera ni un momento. Especialmente porque eres mortal, es extremadamente importante que hagas de esto un proceso alegre y fantástico. Si fueras inmortal, podrías disfrutar de depresión, ansiedad, locura y desdicha, cien años cada uno y luego, en el aniversario 500, podrías ser feliz. Pero no es así, eres mortal y la vida se está yendo. No hay tiempo para la frustración, la depresión, la ansiedad o la ira; no hay tiempo para nada desagradable en esta vida.
Si constantemente te recuerdan que eres mortal, todo este proceso de vida querrá experimentarlo todo; se volverá superalerta. Si supieras que vas a morir en la próxima hora, notarías cada pedacito de la vida. No te perderías nada. Si cada ser humano estructurara su marco psicológico y emocional en torno al hecho más fundamental de su vida, su mortalidad, si aceptaras la muerte como un proceso de la vida —constantemente, momento a momento—, tus valores de vida serían completamente diferentes. Como una flor que florece por la mañana y muere por la tarde, si supieras que tú también eres en gran medida el mismo proceso —ahora mismo estás floreciendo, mañana por la mañana puedes estar muerto—, entonces no te perderías ni una sola flor en el camino. Te volverías extremadamente orientado a la vida y tu vida se desvincularía de la fisicalidad y buscaría algo más allá, naturalmente. El proceso espiritual se convertiría en un proceso natural de crecimiento para ti.